Torrijas de leche y vino

 

Torrijas - Tnarik Innael

Fotografía destacada: Tnarik Innael

Los mentores de la Feria “Tolosa Goxua”, recientemente celebrada, organizaron en esta ocasión, como actividad paralela, un concurso de torrijas ( traducido al euskera como “torradak”, quizá porque en Bizkaia a este postre se le conoce con el nombre de tostada, y en castellano torrar es sinónimo de tostar) que contó con una nutrida participación.

Han pretendido con ello los amigos tolosarras, dar popularidad a un  complemento gastronómico de los ágapes carnavaleros. Ciertamente las torrijas, postre común en las cocinas domésticas de Europa y América latina, que antaño se elaboraba para aprovechar el pan que se había quedado duro ( en Francia todavía se le llama “pain perdu”), se ha convertido en pieza de repostería que no debe faltar los días precedentes a cuaresma.

No siempre, ni en todo lugar, fue así, ya que  al Jueves Santo, se le conoce, en argot popular, como el ”día de los torrijeros”, lo cual indica que ese  día y los siguientes, cuando ya se festeja la pascua,  el consumo era  habitual.

Tal como lo concibe la cocina vasca , se trata de cortar en rodajas el pan sobrante, empapar estas en leche azucarada, pasarlas por huevo batido, freírlas y  una vez doradas, espolvorearlas con azúcar y servirlas..

Torrijas Jesús Pérez Pacheco

Foto: Jesús Pérez Pacheco

Pero la definición académica de la voz torrija dice: “ Rebanada de pan empapada en leche o vino…” Me encuentro  con fórmulas en las que se hace la sustitución pura y simple de leche por vino. Así se comienza por emborrachar el pan (mejor con un vino oloroso o dulce) y terminar  de la forma tradicional. Quizá por esta razón, uno de los sinónimos castellanos de torrija sea borrachera.

Pero he topado con otras recetas en las que la leche marida con el vino en presencia de yemas de huevo. Curiosamente hay una gran coincidencia entre las “torrijas chicharreras de carnavales” y las que, con el nombre de “torrejas”, se elaboran en Cartajena de Indias  Como quiera que entiendo que las colombianas, habrán recibido influencia canaria, he aquí como las preparan  los tinerfeños (chicharreros)

Aconsejan cortar las rebanadas de pan viejo la víspera y tenerlas cubiertas con un paño .en lugar fresco. Se baten tres yemas,  y se mezclan con una taza de leche, un cuarto de taza de vino blanco, azúcar, canela y ralladura de limón En esta mezcla se empapan bien los panes , que a continuación se rebozan y fríen. Al momento de servir, hay quien prefiere rociarlas con almíbar,  otros optan por la miel , pero en ambos casos, no olviden de impregnarlas por las dos caras. Así de golosos son los canarios.

Si el próximo domingo, una vez dado cuenta del obligado cordero pascual, regado con un buen rioja, un Montecillo 94 por ejemplo, les apetece redondear  el ágape con unas torrijas, no duden en acompañarlas con un licoroso Pedro Ximenez.

Artículo de Juan José Lapitz publicado en la sección “Saber y Sabor” del El Diario Vasco.

 Fotografía destacada: Tnarik Innael

 

 

La refrescante sandia

Los calores que hemos soportado la semana pasada, aun sin haber entrado oficialmente en el verano, me han traído a la memoria una de las frutas de mayor tamaño y más refrescante que nos ofrece la naturaleza y de la que hasta ahora no me había ocupado: la sandia.

Se trata de una planta herbacea de la familia de las cucurbitáceas, la misma que la calabaza, cuyos orígenes tenemos que buscarlos en la Biblia, cuando habla que los hebreos, en el desierto del Sinaí, añoraban las sandías que tanto habían apreciado en su cautiverio en Egipto. De este dato deducen los estudiosos del tema que se cultivó en tiempos muy remotos, en el valle del Nilo. Hoy día se la encuentra en todos los países del mundo, siendo sus principales productores Rusia y Estados Unidos.

Aun cuando hay más de cincuenta variedades, todas ellas dan un fruto de forma esférica, de corteza gruesa y dura de color verde, y pulpa jugosa de acusada tonalidad roja, incrustada de semillas negras. En el comercio las encontramos de un peso que oscila entre los 3 y 6 kilos, pero se han recogido piezas que han superado los 100 kilos, por lo que esta fruta esta considerada como la más grande de producción natural, que ha hecho bueno el dicho: Bien está que comas sandía, pero no que te la comas toda.

02 Sandia Erwin Cortés

Sandia. Fotografía: Erwin Cortés.

Oficialmente conocida como Citrullus lanatus, en castellano se le conoce también como patilla, aguamelón o melón de agua, en euskera, comercialmente se le llama sandía, aun cuando el diccionario de Placido Múgica apunta las denominaciones de “Angurri” y “Ur meloi” equivalente a la ultima acepción castellana, que le viene al pelo, pues su carne de un sabor agradablemente dulzón, es muy refrescante ya que contiene hasta el 93% de agua, su contenido en azúcares, sales minerales y vitaminas es muy reducido con respeto a otras frutas., por lo que es recomendable para las personas que, de cara al verano, tratan de conservar la línea. Su color se debe a un pigmento llamado licopeno que, consumido regularmente, ayudará a retardar el envejecimiento, mantener la memoria y concentración, dados sus poderes antioxidantes. Normalmente se come cruda sobre todo para calamar la sed, cuando el calor aprieta, pero yo la he comido, deshidratada y frita, en una cata ciega, sin que participante alguno fuera capaz de identificarla. Estaba sabrosa y dulce.

Artículo de Juan José Lapitz publicado en la sección “Saber y Sabor” del El Diario Vasco.

Fotografía destacada de: Laura Eulalia Silva.

Quesos azules de Europa

queso_azul

Después de más de una década, vuelvo a ocuparme de los quesos azúles, mis preferidos a la hora de degustar una buena tabla. Reciben el nombre de azules, pues independientemente del ganado del que se haya extraído la leche que se ha utilizado para su elaboración, todos ellos tienen la pasta salpicada de color azulado verdoso producido por los hongos penicilium glaucum que crecen en su interior, dándole un aspecto, aroma y sabor peculiares.

El más conocido y apreciado en el ámbito internacional es el Roquefort, de leche de ovejas, muchas de ellas del Pays Basque, pero al arrimo de él, nuestros vecinos cuentan con casi un centenar de «bleus», siendo posiblemente el más comercial el de Auvergne, de leche de vaca, moldeado en piezas cilíndricas de hasta 5 kg. y que se destaca por ser un poco picante, con él las buenas cocineras de la tierra guisan unos exquisitos «souflées».

Los ingleses se vanaglorían, con razón, de su Stilton, hecho de leche de vaca como el Chedar y el Chesire, otras dos variedades azúles menos conocidas. El Stilton cilíndrico de unos 20 centímetros de diámetro y que supera los 6 kilos de peso, tiene un sabor muy equilibrado y menos salado que el francés. Entiendo que es lo suficientemente bueno, sin que haya que ponerle unas chispas de oro comestibles, para convertirlo en uno de los quesos más caros (700 € kilo).

En Alemania el más conocido es el Edelplitz de leche cruda de vaca, se diría el padre del danés Daneblau, ya que su elaboración se debe a un industrial germano, con la diferencia de que en este caso la leche se pasteuriza. Muy cremoso, suave y aromático es el Gorgonzola italiano, de leche cruda de vaca, que viene de maravilla para gratinar unos espárragos.

A la cabeza de los nacionales está el Picón con sus tres versiones Cabrales (asturiano) con denominación de origen (D.O.) Tresviso (cántabro) y Beges (leones). Los tres utilizan leche del ganado, es decir, vaca, oveja y cabra, según la producción de la cabaña en cada momento. Con la misma materia prima, en el concejo asturiano dell mismo nombre elaboran el Gamonedo al que en ocasiones dan un toque de humo. Finalmente hemos de mencionar el de Valdeón hecho con leche de cabra, de vaca o la mezcla de ambas, de sabor fuerte y alto contenido en grasa.


Artículo de Juan José Lapitz publicado en su sección «Saber y Sabor» de «El Diario Vasco» del 7 de junio de 2014.