Alubias con pebre

Cuando el verano comienza a declinar, las huertas, en nuestro país, están en todo su esplendor cromático, junto a rojos tomates, penderán de las matas moradas y brillantes berenjenas, rastrearán por tierra blancos calabacines, verdes pepinos y anaranjadas calabazas de gran porte. Habrá vainas aún verdes, junto a otras que empiezan a pochar y las ya ocres y secas que esperan a ser desgranadas, cuando el tiempo seco lo aconseje, pero quizá la mayor belleza se concentre en los cultivos de pimientos, entre las plantas aun verdes y lustrosas,  se dejan ver los frutos verdes unos, amarillos otros (variedad poco común entre nosotros), entreverados los que aun no han llegado a la madurez y rojos los que la han alcanzado. Con ellos y las recién vareadas alubias, podremos hacer una preparación ribereña conocida como alubias con pebre

Fotografía de Francisco Schmidt

La voz pebre, tiene, según el diccionario  varios significados. La más común es la que dice así: “Salsa en la que entran a formar parte pimienta, ajos, perejil y vinagre” Pero el Diccionario Enciclopedia de Gastronomía Vasca es mucho mas explícito

Además de hacer referencia a la mencionada salsa, dice que “a partir de la introducción de los productos americanos en la dieta navarra, este vocablo tiene distintos significados, por un lado se aplica a la pimienta y por otro al pimiento y a diversas preparaciones en las que entre a formar parte este ingrediente Así, por ejemplo, y con especial carta de naturaleza, unos pimientos morrones asados a la brasa, despellejados, y cortados en tiras a los que se les espolvorea ajo picado y se rocían con un aromático aceite de oliva.

En Cascante y Corella llaman pebre a un rancho campestre que los campesinos guisan en su lugar de trabajo a base de patatas y pimientos, asados. Es decir una caldereta pobre, sin el obligado concurso de carne.

Fotgografía de Matt Bull

Quizá la preparación mas interesante sea la que practican los pastores en las Bardenas Reales y que la utilizan como salsa de acompañamiento a las comidas. Asan  en el rescoldo de una fogata tomates, pimientos y guindillas, a los que una vez a punto les eliminan las pieles. Aplastan o escachan con el tenedor los tomates y cortan pimientos y guindillas en tiras, unen unos con otros  e incorporan ajo menudamente picado y mojan con  recio aceite de oliva crudo. Dicen que para que este a punto debe ser “rabiosillo de picante”

En otros lugares le dicen pebre al pimentón, así en la zona mediterránea , donde una de las preparaciones, clásica de los comedores próximos a la albufera valenciana, es el “allipebre”, que sin mas precisión allí se da por descontado que es un guiso  de anguilas con ajo y pimentón

Fotografía de Ponto e virgula

Ahora que es tiempo mi particular versión de las alubias con pimientos es la siguiente: Hacer un sofrito con cebolla, tomate y pimientos verdes, y buen aceite de oliva. Desgranar las alubias, mientras las hortalizas se van pochando,  incorporarlas a la cazuela y dejar , removiendo  continuamente, unos diez minutos. Mojar con un poco de agua, o mejor, si se tiene, caldo donde hayan  cocido vainas Dejar hervir lentamente hasta que las alubias estén tiernas. Probar de sal y servir

Artículo de Juan José Lapitz publicado en la sección “Saber y Sabor” del El Diario Vasco.

Pochas, las últimas, las mejores

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Tras una reposada visita a la monumental Sos del Rey Católico, con sus estrechas cayejuelas, señoriales mansiones, castillo e iglesia de San Esteban, el tiempo corrió tan rápido para cuando fuimos al restaurante elegido nos encontramos sin plaza y tuvimos que recurrir a una recomendación de última hora, posiblemente interesada: el Vinacua. Allí nos sirvieron unos entrantes de categoría (una pena los segundos), incluyendo unas pochas sensacionales. Tal es así que, de regreso por Sangüesa, nos detuvimos para hacernos con unos kilos en fresco. Caímos en «Ultramarinos Juana María», donde encontramos lo que buscábamos y una persona, conocedora del tema, amable y comunicadora, me dió toda la información de una verdura que tiene ahí su cuna.

La temporada de pochas comienza por San Fermín, fecha en la que fructifica la variedad rastrojera cultivada en el invernadero. La qu se siembra a cielo abierto se retarsa hasta San Ignacio. En agosto-septiembre se recoge la llamada de medio palo y, desde este último mes hasta que comienza a helar, se cosecha la caparrona, que está considerada como la mejor, por la finura de su piel y mantecosidad. De esta variedad y cultivadas por su octogenario padre, Tomás Machain (1929), me traje unos kilos. Las guisé siguiendo la receta de María Gorriz «La Chaparra»: puse en un puchero 1/2 kilo de pochas desgranadas, 2 tomates, 2 pimientos verdes, 1 cebolla y una cabeza de ajo, cubrí con agua fría, calenté hasta que comenzó a hervir, las asusté (interrumpí el hervor con agua) dos veces y las dejé cocer a fuego moderado, hasta que estuvieron blandas. Saqué las verduras, las trituré e incorporé de nuevo al puchero con un chorretón de aceite y sal.

Tuve dos distinguidos invitados para degustarlas: Pedro Larumbe, el laureado cocinero navarro, presidente del Jurado del Campeonato de pinchos que se celebró en Hondarrabia, y el tambíen jurado y académico Jesús Astrain. Los dos repitieron. El primero les añadió un poco de aceite de Arróniz y el segundo me comentó que en Cintruénigo tienen fama las llamadas parrocas, en razón a que implantó su cultivo, con gran exito, un párroco soriano que las trajo de su tierra. Los tres acordamos que las que se comen este mes, tanto por su finura, como porque apetecen más con tiempo fresco, son las mejores.


Artículo de Juan José Lapitz publicado en su sección «Saber y Sabor» de «El Diario Vasco» del 31 de octubre de 2015.